miércoles, 20 de julio de 2011

“Diario de un chícharo feliz”

Son chaparritos y gorditos.
Se les ve por doquier, corre y corre, doblando esquinas, devorando banquetas, superando interminables cuadras oscuras, cruzando avenidas completas, atestadas, de aquí para allá, con el estoicismo a flor de piel, sin quejarse de su destino.
Ahora ya se suben al pesero de a conejito pachón; ahora ya se bajan de la combi de a cóndor andino; ahora ya se trepan al estribo del camión de a mosca panteonera, mañana, tarde y noche, sin separarse jamás de su viejo, arrugado, desgastado y escuálido portafolios.
Son los ‘chícharos’ (y sépase ‘chícharo’ todo aquél que no es jefe de algo, o de alguien); los caballitos de batalla; los héroes anónimos; los pilares de la nación.
Si estos bondadosos descendientes de los dioses aztecas andan a patín, a pie, no es porque su salario no les permita hacerse de un carrito nuevo, de agencia, o al menos uno usadón. No; andan a pelo para perpetuar la memoria del primero de todos ellos: Chicharitzin Hilhuicamina y Camina, a quien ubicamos en pleno siglo XVI, justo con la llegada de los españoles a estas maravillosas tierras.
Cuando los ibéricos aún no anclaban sus bergantines en Veracruz, la noticia del avistamiento de ‘unos como palacios flotantes’, ya había llegado a oídos del emperador en turno, Moctezuma, quien a toda costa quiso evitar el enfrentamiento con ‘los Dioses’, que estaban justamente en la costa.
 ‘¿A quién recurro?’ –, pensó el emperador azteca, inventando, en ese momento, al primer ejecutivo junior de la Historia. Aún no terminaba de pensar la frase cuando entró Chicharitzin a toda velocidad, trayéndole pescado fresco; en ese preciso instante, Moctezuma tenía a su hombre, a su correveidile de bolsillo.

Ya lligué, mi siñor don Mocti.
Chicharitzin, ti tengo una chambita harto importante.
Pa’qué soy güeno, mi siñor.

Moctezuma le pidió que se acercara porque lo que tenía que decirle... era confidencial, asunto de estado, Top Secret, o como se decía en aquella época, ‘Tóptl Secretzin’, que luego degeneró en el ‘Aquientrenóstl’.
Chicharitzin peló los tremendos ojos verde mar que tenía (como de chícharo enlatado; por eso sus padres le pusieron así) y salió volado al encuentro de los extraños.

Que dici Mocti que ti rigala el uritu si urita ti rigresas por dondi viniste.
Cortés lo despachó de regreso.
Que dici Cortís que li mandis más uritu y platita, que porque los metales li ayudan a pensar mejor.
Y va de retache.
Que dici Mocti que ya no hay uritu.
Y va pa’ tras.
Que dici Cortís que nu ti hagas güey.
Y va de nuez.
Algunas crónicas de la época aseguran que los huaraches del velocista mexicano humeaban de tan calientes que estaban, ya que, durante un breve período de tiempo, el Mercurio totonaca parecía pelotita de ping-pong en final de algún torneo chino de exhibición... de aquí para allá a toda velocidad.
Harto de la presión, Moctezuma se encolerizó, no sin antes cederle el paso a la nobleza mexicana.
Mira Chicharitzin, díli al tal Cortés que ya mi colmó el platitzin, y que, o se va por las buenas, o si va por las malas... Y li cai la negra!
Sí, mi siñor, orita mesmo si lo digu; no, si a mí mesmamente ya mi llinó el buchi di piedritas el mentado españolitu  –. Chicharitzin abandonó el palacio de Moctezuma convertido en un verdadero trompo chillador.
En ese momento crucial de la Historia, la Diosa Fortuna ha de haber pestañeado, o se distrajo, o algún suceso más importante pudo haber llamado poderosamente su real atención:
Ahí iba Chicharitzin, corre y corre, sin descanso, al encuentro final y definitivo con Cortés. Mas, al tomar un atajo a toda velocidad por las faldas del Popocatépetl, el huarachudo se resbaló con una idem (Popocatépetl sin catépetl) de perro, o de coyote serrano, vaya uno a saber, y patinó, partiéndose la tatema en tres partes contra una roca. Los buitres y demás animalitos se encargaron de no dejar ni rastro del infortunado heraldo.
Cortés, al frente de no más de 300 soldados, al ver que el infatigable maratonista morenito no llegaba con el oro ajeno, y tentado por la avaricia  propia, pues decidió a su vez tentar a la suerte (y a una que otra lugareña que se dejara, verdad) y se la lanzó a la Conquista de la Nueva España, con el marcador final ya por todos conocido.

                                                        
                                                         II

Esta obra es un sincero homenaje a tan ilustre azteca; a tan distinguido mexicano; a tan noble ser, y a todos sus hijos (metafóricamente hablando, porque Chicharitzin murió célibe, aunque sí conoció las delicias del amor con una mercadera llamada Flor De Zempa Xúchitl).


                                                        III


29 de diciembre de 1983.
Querido Diario:
Hoy me entrevisté con el jefe de personal de la agencia de publicidad número uno del mundo. Estoy que no quepo de alegría porque ya me contrataron: el 2 de enero del año entrante será mi primer día de trabajo ahí. No hablamos de mi sueldo, pero no me preocupa eso porque me imagino que la agencia de publicidad número uno del mundo, ha de pagar los sueldos número uno del mundo. Suena lógico, ¿No?

1º de enero de 1984.
Querido diario:
Hoy es Año Nuevo, y mi vida ha dado un giro de 180 grados. Tengo renovadas esperanzas porque mañana entro a trabajar. Tú sabes cómo batallé estos meses por encontrar un trabajo digno, y al fin lo tengo. Me voy ir a dormir a las siete de la noche para mañana, día 2, ser de los primeros en llegar a chambear.

2 de enero de 1984:
Querido diario:
¡Mi primer día de trabajo!
Llegué a la agencia a eso de las 08:45 de la mañana, y como no había llegado nadie del departamento de personal, pues los policías no me dejaron entrar; me dijeron que era política de la empresa, pero yo creo que más bien les dio desconfianza mi suéter verde, al que le faltan dos botones, y mis zapatos, pero te prometo que con mi primera quincena me merco un suéter y unos cacles nuevecitos, y chance y hasta unos calcetines que combinen.
El licenciado Velázquez (el de personal) llegó a eso de las 09:30. Me vio afuera pero no me reconoció. Como a las 10:20 entré y le dije a la recepcionista que me anunciara por favor con el señor Velázquez. Sí me recibió. Ya estaba yo pensando lo peor. Subí. Me explicó lo de mi chamba. A partir de hoy me voy a encargar de trapear, lavar las ventanas, y fregar los baños de los pisos 1, 2 y 3 de la agencia (son 11), que está muy bonita por dentro. Voy a entrar a las nueve de la mañana y voy a salir a las seis de la tarde. De mi sueldo me dijo que luego hablábamos. Después, me bajó a la sala de juntas (la de abajo, porque hay otra arriba, para los asuntos importantes), y me pasó un video que habla de lo que significa el trabajar aquí, porque has de saber que no cualquiera trabaja aquí, no señor; y me sentí bien, me sentí, como dicen ellos, un elegido.

5 de enero de 1984.
Querido diario:
Para que me dé más tiempo de cumplir con mis labores, le voy a decir al señor Velázquez a ver si puedo llegar a las ocho de la mañana, porque no me rinde el día, de veras, sobre todo que ahora unos que les dicen directores de arte me mandan a la tortería de enfrente por emparedados, tortas, sándwiches, refrescos y cigarros, y ni modo de decirles que no; no se vayan a enojar y a irle con el chisme al señor Velázquez.
Hoy por la tarde partieron la rosca de Reyes, pero no me invitaron. A lo mejor porque no me vieron. Mejor, no me hubiera dado tiempo, además, ¿Con qué iba yo a pagar los tamales si me hubiera sacado el muñequito?
Llegué rendido a la casa. La jefa me tenía unos frijolitos calientes, pero ni los probé; me fui directamente a la cama.

10 de enero de 1984.
Querido diario:
El señor Velázquez me mandó llamar. Finalmente me dijo cuánto voy a ganar. Yo esperaba un poquito más, la mera verdad, pero no está mal, para empezar. Digo, de no tener nada a tener 150 pesos semanales, o sea 600 pesos al mes, pues la cosa ya cambia. Me dijo además que está contentísimo con mi trabajo, tanto, que a partir de mañana comienzo también a hacer el aseo de los pisos 4, 5 y 6, por el mismo sueldo. Yo acepté de inmediato; chamba es chamba, ya me conoces.

15 de enero de 1984.
Querido diario:
Bajé a cobrar mi primera quincena. La pagadora es muy simpática y risueña. En cuanto vio mi sobre y leyó la cantidad, le dio un ataque de risa. Yo le sonreí de regreso. Está bien bonita. A ver si luego le invito un café, o algo. 
Recibí menos de lo que me había dicho el señor Velázquez. Subí a verlo. Me dijo que me atendía en la tarde. Me recibió a las 08:30 de la noche, o sea a las 20:30 horas, no, si aprende uno. Me explicó lo de los impuestos, lo de la caja de ahorro, lo del seguro social, lo de neto y lo de bruto, en fin. No le entendí casi nada, con tanta cifra, con tanto número. Ni hablar. Mi suéter y mis zapatos nuevos tendrán que esperar porque no son 600 pesos, sino un poquito menos de 500.
También me dijo que cada seis meses hay una cosa que se llama ‘evaluación’, es decir, una valoración de tu trabajo y un aumento de sueldo, y que si uno le chambea duro, el aumento puede ser del 50, 60, 70 e incluso, hasta del 80 ciento. A partir de hoy, voy a trabajar el doble de duro, ya lo verás, porque quiero ganar al menos 1000 pesos al mes, y no por capricho, sino por necesidad.

20 de enero de 1984.
Querido diario:
Estoy entrando a las ocho de la mañana y me estoy yendo por ahí de las nueve de la noche. Son seis pisos, además, ya tengo otras labores.
Fíjate que los copies (redactores) del segundo piso me están enseñando a escribir comerciales de radio, de televisión y de prensa. Son unos muchachos a todo dar y me tienen mucha confianza, así que una escapadita, me paso a verlos.

1º de febrero de 1984
Querido diario:
Prácticamente ya cumplí un mes en la agencia. ¡Uy!, nunca en mi vida había yo trabajado tan duro, pero es que quiero que me toque una buena evaluación, por lo menos del 50%, o más. Depende de mí.
Algo pasó en el elevador que no se detuvo en el piso 3, sino que se siguió hasta el 11. Se abrió la puerta y... ¡Guau!, qué lujo. En ese piso está la oficina del director de la agencia, un griego creo. Su secretaria, joven y bonita, es un verdadero bombón, como esos que salen en las películas de James Bond... ¡Y usa unos escotes!
¿Y sabes quién bajó conmigo?... la pagadora. Nos vimos. Le sonreí. Me puse rojo. ¿Sabes algo?... me gusta la mujer. Como pa’ mí.

14 de febrero de 1984
Querido diario:
Hoy es el día del amor y de la amistad.
La chamba está pesada. Anoche acabé con la espalda y los riñones a punto de tirar la toalla, de sacar la banderita blanca, como en las películas de vaqueros, pero aquí me tienes, al pie del cañón desde tempranito.
Los del segundo piso organizaron una comida en el ‘Moro’, una cantina cercana, y me invitaron, pero yo les dije que no podía ir porque tenía mucha chamba... cuando en realidad lo que no tengo es mucha lana; la quincena me dura lo que el suspiro de un arcángel. Ah, pero eso sí... le traje unas flores a la pagadora (se llama Claudia), pero como no ha llegado, se las dejé en su lugar... estoy esperando a ver qué sucede. Cada vez que la veo, tiemblo, y creo saber el porqué.

25 de febrero de 1984
Querido diario:
Hoy me mandó llamar el señor Velázquez. Me dijo que el director de la agencia iba a tener una comida muy importante para una presentación de agencia, igual de importante, por lo que me pidió subir y ayudar en lo que fuera; de mesero; sirviendo cubas, retirando platos, cambiando ceniceros, etc. Acepté gustoso, si no creas, la palabra ‘evaluación’ me titila en la mente como anuncio luminoso, como espectacular, que así se llaman esos anunciotes que vemos en la calle.

26 de febrero de 1984
Querido diario:
Qué día el de ayer.
Fregué mis pisos ahora sí que en friega, y a eso de las dos de la tarde me subí a la comida. Me tenían una filipina y a darle a la mesereada.
No sabes qué cosa.
Con decirte que en mi casa jamás hemos comido nada parecido... y hablo de las puras botanas: jamones selectos; aceitunas rellenas de almejas: quesos importados; pistaches Golden; chistorra española; jamón serrano... se me iban los ojos. Salivé como perrito callejero en carnicería.
Y luego la comida:
Aguacate relleno.
Imperial de frutas.
Sopa de mariscos.
Y de plato fuerte, dos opciones:
Filete a la pimienta con papa al horno, o camarones gigantes, U-8, no como los del mercado, no, éstos sí eran gigantes, rellenos de queso y bañados en salsa de vino blanco; aún me queda el olor.
Y las bebidas... les destapé no sabes cuántas botellas de champaña, de Cognac X.O., de brandy, de tequila, de ron, de vinos (blancos y tintos), franceses y alemanes.
A eso de las siete de la noche, el director de la agencia nos mandó pedir unas tortas de huevo (las que uno quisiera) y unas Coca Colas. Yo pedí dos tortas y me vieron medio feo, por lo que lo pensé mejor y pedí nomás una. Comimos en uno de los baños, por turnos,  porque no había lugar.
A las ocho, luego de servir los cafés y los pasteles, me bajé hecho la mocha a terminar el aseo de los pisos.
Llegué a mi casa molido, a eso de las doce de la noche.
Me dormí pensando en el aroma de los camarones U-8; algún día le haré unos a la jefa.

8 de marzo de 1984:
Querido diario:
Llovió toda la noche.
Me levanté temprano y me fui a chambear.
Al bajarme de la combi para tomar el Metro, había un charco y el menso de mí... que lo piso y que me entierro un clavo. Vaya suerte... el muy maldito tuvo que entrar justo por el hoyo de la suela de mi zapato.
¿Qué hago? me dije. ¿Me voy a la agencia? ¿Espero a que abran la farmacia? ¿Me regreso a mi casa?
Decidí esperar a que abrieran la farmacia.
Me sacaron el clavo (era de los grandes). Me limpiaron muy bien y me pusieron una venda. Todavía cojeo un poco, pero nada más.
Llegué a la agencia a las 09:45... y ya me estaba esperando en Señor Velázquez. Le expliqué lo que me había pasado, pero no me creyó, por lo que tuve que quitarme la venda. Al verla, me dijo, ‘está bien, póngasela de nuevo, ¡Ah!, y procure no pisar clavos camino al trabajo’... ¿Te imaginas?... ¡Como si uno planeara sus accidentes!

10 de abril de 1984:
Querido diario:
Los días se van como agua.
No importa. Le entro a la chamba durísimo.
Hoy escuché en la radio de uno de los creativos el primer comercial radiofónico que yo escribí. ¡Uy!, se siente re bonito; hasta las de San Pedro se me salieron. Es una sensación increíble eso de sentirse útil. Me animé. La agencia quedó como espejito de cuento de hadas.
Me decidí e invité a la pagadora a tomar un café después de la chamba... pero me dijo que no, que muchas gracias, pero que tenía novio y que se iba a casar con él. Así es la vida; uno cree encontrar a la futura madre de sus hijos, y resulta que va a tener los de otro. Ni hablar. Seguiré solo y mi alma.


28 de abril de 1984
Querido diario:
Ayer, por salir tardísimo, me agarró la lluvia. Me bajé del Metro pero no pasaban las combis, o pasaban llenas. Me puse una empapada ahora sí que marca Acme. Y claro, me resfrié. Llegué a mi casa a eso de la una y media de la mañana, temblando de frío, y hoy nomás no me pude levantar. Estoy esperando que den las nueve de la mañana para reportarme enfermo. Tengo temblorinas. Los dientes me castañuelean o como se diga. La jefa me está dando mis tecitos y me unta Vic en el pecho y espalda. Yo cierro los ojos y me imagino que los masajitos me los da Claudia. Y me siento bien.

30 de abril de 1984
Querido diario:
¡Hoy es mi cumpleaños! 22 añitos. Ya estoy viejo.
La jefa me celebró anoche con un pastel de chocolate y un vaso de leche. No se lo he dicho a nadie de la agencia porque nunca me ha gustado ni dar ni recibir felicitaciones falsas.
Y aunque me sentí fatal de la gripe, me fui a trabajar, con temblorinas y calentura y todo; es que en cuanto me dijeron que me iban a descontar los días no trabajados (antier y ayer), pues como que me alivié, porque ahorita necesito lana para comprarle algo a la jefa porque ya viene su día (que por cierto se enojó conmigo cuando me vio levantarme de la cama, bueno, no mucho por ser mi cumpleaños, pero así son todas las jefas. Ya se le pasará).




9 de mayo de 1984
Querido diario:
Entraron dos clientes más a la agencia, así que ahora a veces escribo los comerciales de las papas, de los coches, del refresco de cola, de la línea aérea y del pan; además, siempre me invitan a sus juntas porque dicen que tengo buenas ideas, así que me sigo dando mis escapaditas para echarles la mano porque somos una gran empresa.
Nos avisaron que el personal va a laborar medio día mañana, para que puedan ir a festejar a su jefa.
Acabo de hablar con la mía por teléfono. Yo tenía pensado invitarla a comer su pozole que tanto le gusta, pero me dijo el señor Velázquez que, por ser de nuevo ingreso, debo quedarme a hacer guardia, claro, después de terminar mis labores, por lo que si salgo temprano, chance y me llevo a la jefa al cine y luego a cenar su pozole.

11 de mayo de 1984
Querido diario:
Hice guardia ayer todo el día, toda la tarde y casi toda la noche.
No había nadie más en la agencia; sólo los policías de la entrada y yo. Me sentí como el último chícharo de la ensalada... solito, solito. A eso de las once me llamó el señor Velázquez para preguntarme cómo iba todo, que si no se había ofrecido nada. Le dije que habían llamado unos clientes, que yo les había dicho que todos estaban festejando a sus mamacitas y que era mejor si hablaban mañana (o sea hoy) y que todo estaba muy bien. Cuando me dijo que a las doce podía yo irme a casa, le dije que sí, que muchas gracias. Colgamos y de inmediato le hablé a la jefa para explicarle y para decirle que ya no me esperara, que se acostara, que yo la llevaría a comer, al cine y a cenar, el sábado. La oí llorar y me partió el corazón.
Imagínate cómo estuvo la cosa y la tomadera que, salvo dos que tres secretarias y copies, nadie vino a trabajar; ni el señor Velázquez.

30 de mayo de 1984
Querido diario:
Ya son cinco meses laborando en la agencia.
Si me vieras. Ya domino mucho del lenguaje publicitario: que storyboard; que slogan; que brain storm; que boceto; que original; que volumen; en fin, de todo lo que he visto, me llama la atención el trabajo de copy. El de director creativo no y sí; no porque no hacen nada, salvo pedirle campañas a su equipo ‘para antes de las cinco’ cuando ellos regresen de su comida (se la pasan, te digo, en comidas, y juntas, y post producciones en el extranjero), y sí porque oí por ahí que cobran varias decenas de miles de pesos. ¡Caray!, y uno aquí partiéndose el lomo y la vida por tristes casi 500 pesos mensuales, que se nos van en el mercado, al que vamos la jefa y yo los domingos, después del futbol y antes de misa.

4 de junio de 1984
Querido diario:
Este mes me toca mi evaluación.
Ojalá y me toque lo mismo que al director y que a la secretaria del director, Gaby: 100% de aumento para cada uno... ¡Y eso que llegan por ahí de las once de la mañana!, a veces juntos, y a veces cada quien por su lado. No, y si vieras sus carros, un Mercedes Benz de los chonchos, y uno deportivo chiquito, azul marino, convertible, con llantotas. Unas chuladas.
Y yo me digo a mí mismo: si a ellos que son de los últimos en llegar y de los primeros en irse, les dieron una evaluación del 100% de su sueldo, a mí, que soy el primero en llegar y el último en irme, cuando menos me tocará del 50%, o del 60, que no estaría nada, pero nada mal, la mera verdad, porque me he puesto la camiseta (otro término que usan por acá) como los buenos.
Todos los días pongo changuitos, y le pido perdón a Dios por ser tan ambicioso.

19 de junio de 1984
Querido diario:
Ayer me tocó mi evaluación.
Fue de menos del 10%... fue del 9.3%. Me quedé frío. Son menos de 50 pesos más al mes. 50 pesos.
Me explicaron que bueno, que esas cosas suceden, pero que si le echo más ganas, que seguramente para la próxima, que me toca en diciembre, mi aumento va a ser notablemente mayor. Cuando les comenté que no habría por ahí un bono de puntualidad, me respondieron que antes sí los daban, pero que algunos malos empleados hicieron trampa el año pasado y que por eso los quitaron, pero que además, mi hora de entrada era a las nueve, que si yo quiero llegar antes, pues que muy mi gusto, pero que nadie me obligaba.
Ya en casita, consultando con mi almohada, me hice las siguientes preguntas:
¿Estaré fallando?, ¿No será que no estoy a la altura de ellos? ¿No será que soy un inútil de espalda débil?... Ya más calmado, me hice una promesa a mí mismo: a partir de mañana voy a trabajar el doble de duro y el doble de bien. No hay de otra. Los de la agencia se vieron muy bien y me están dando otra oportunidad que no pienso desaprovechar. Así que a olvidar el pasado y a enfrentar el presente y el futuro con decisión, con ganas, con ánimos, con deseos de superación.

25 de junio de 1984
Querido diario:
Ahora estoy entrando a las siete de la mañana y me estoy yendo a casa por ahí de la una de la mañana. De hecho, le pregunté al señor Velázquez que si me podía yo traer un sleeping bag aquí a la oficina, digo, para ahorrarme las dos y a veces las tres horas que pierdo todos los días en el trayecto, pero me dijo que si estaba yo loco o borracho, porque eso era imposible.
Ni hablar; uno hace su luchita.

3 de julio de 1984:
Querido diario:
He aprendido algunas cosas más.
Cuando se avecina una semana de producción de comerciales, no sé, en Miami, y luego viene su respectiva post-producción en Venezuela, o en Brasil, o en Los Ángeles, los que van son los directores creativos y los directores de cuenta, es decir, los big shots, o lo que es lo mismo... ‘chicharitos abstenerse’. ¡Ah!, pero cuando hay castings en Iztapalapa los sábados, de las cinco de la tarde a las doce de la noche, o sesiones de grupo en Xochimilco los lunes, de las seis de la mañana a las nueve de la noche, o pruebas de vestuario en el Lago de Guadalupe, los domingos, de las once de la mañana a las dos de la mañana del lunes, los que se abstienen son los big shots; y entonces sí... ’¡Chicharitos, al ataque!’
En la publicidad, también hay jerarquías; eso que ni qué.
En fin.

5 de agosto de 1984
Querido diario:
La quincena me llegó incompleta.
Me explicaron que como viene el cumpleaños de uno de los jefes (no me dijeron cuál, pero yo me imagino que para el señor Velázquez), pues que, por tradición, todos los empleados se juntan y hacen una coperacha. En esta ocasión le van a regalar al jefe un reloj de oro (para que haga juego con los botones de sus sacos), de los importados, con su nombre grabado y toda la cosa.
Tuve que entrarle a la roncha.

15 de agosto de 1984:
Querido diario:
Ayer se perdieron unos aparatos en producción (algunos monitores, televisores, grabadoras, reproductores) y claro, luego lueguito sospecharon de mí. No me extrañó. Pero ya lo dice el refrán... el que nada debe, nada teme. Hasta llegó la policía. Yo no tuve nada que ver en todo ello. De hecho, lo encontraron todo sobre los plafones del baño del quinto piso. Incluso corrieron a los responsables; lo malo de aquí es que la gente se roba hasta los rollos del papel sanitario. Qué pena, y qué vergüenza. ¿No que había puros elegidos? ¿O será que también entre los elegidos hay manzanas podridas? ¿Será esta su ‘Verdad Bien Dicha’?
Yo pensé que esas cosas no sucedían en lugares como este, lo que demuestra que en San Juan también hace aire. Yo a lo mío, a la chamba.
Por cierto; traigo unas ojeras que me hacen ver como vampiro.

10 de septiembre de 1984
Querido diario:
Hay un cambiadero tremendo.
Muchos copies que yo conocí en enero ya no trabajan aquí, pero ya fueron reemplazados por otros, Lo mismo sucede con varias secretarias (la pagadora tuvo que renunciar porque se casó el mes pasado y ni me invitó a la boda; qué bueno, me hubiera dolido verla ante el altar, con otro), y con algunos asistentes de producción, y con varios ejecutivos, y yo no entiendo. Bueno, sí entiendo, y lo peor de todo es que estoy empezando a sospechar que eso de que los que entran aquí ‘son elegidos’... es pura piña, como discurso de político en campaña.
Me está entrando un desánimo que para qué te cuento.

15 de septiembre de 1984
Querido diario:
Hoy me invitó a comer un director creativo. Yo me negué (por lo de la lana), pero él insistió: – ‘tú no te preocupes por nada’  –, me dijo.
Fuimos al ‘Moro’, y la verdad yo sí tenía curiosidad por conocerlo por dentro. Todos los días paso por aquí, pero en las mañanas aún no lo abren, y cuando me voy, pues ya lo cerraron.
Está bonito el lugar.
Tiene un menú muy sencillo, pero muy sabroso.
Pedí una torta de chorizo y un refresco. El director creativo se rió y me pidió una sopa de tortilla y un filete Chemita. ¡Hacía tanto que yo no comía yo un filete!, y además me dio a probar de su milanesa. Riquísimo. Ha de ser una maravilla el poder comer así todos los días.
Jugaron cubilete y dominó. Algo aprendí.
Éramos como diez en la mesa; es que ese día fue el cumpleaños del director creativo Le di su abrazo, porque yo no sabía: es la primera persona que me invita; nunca voy a olvidar ese gesto que tuvo conmigo.
Cuando llegó la cuenta, mi amigo sacó un fajo de billetes que ya quisiera yo ganar un mes en mi vida, un solo mes, por vida de Dios.
Ellos se quedaron jugando y bebiendo toda la tarde; a las cinco yo me despedí de ellos y me regresé a la agencia. Cuando llegué, me dijeron que me andaba buscando el señor Velázquez. Subí a verlo pero ya se había retirado. Fue su secretaria la que me dijo, en su nombre, que mi hora de comida era de tres a cuatro de la tarde, y que por favor que no se volviera a repetir.

16 de septiembre de 1984
Querido diario:
Fiestas patrias.
Me tocó guardia de nuevo.
Entré a las 09:00 de la mañana, y me imagino que me podré ir a descansar por ahí de las nueve o diez de la noche, cuando menos. Voy a esperar a que me hable el señor Velázquez; es más, casi puedo escuchar sus palabras por adelantado... ‘ya puede usted retirarse a descansar’, a eso de las doce de la noche.

30 de septiembre de 1984
Querido diario:
Ya se habla de la comida anual de la agencia, en uno de los hoteles más caros y exclusivos de Polanco.
No sé por qué razón, pero este año decidieron organizarla en octubre cuando siempre la hacen en diciembre (quizá porque el director decidió ir a supervisar personalmente la filmación de la nueva campaña de los automóviles modelo 1985, en los Ángeles, California, justamente en diciembre).
Me avisaron que va a ser de disfraces. Estoy pensando qué pretexto poner para no asistir; he tenido muchos gastos y no me alcanzaría el dinero ni para el alquiler del disfraz más sencillito de la tienda; prefiero emplear todo el dinero que me sobra para comprarle a la jefa un juego de cuchillos, cucharas, tenedores y mantelitos, porque ya viene su cumpleaños y van a venir los tíos a festejarla.

14 de octubre de 1984
Querido diario:
Las cosas que oye uno andando de oficina en oficina. Si yo te contara... te quedarías de a cuatro al saber qué copy solterito anda con qué productora casada; qué ejecutiva junior arrejuntada anda con qué jefe de grupo separado; qué secretaria viuda anda con qué jefe de medios recién casado; hasta qué cliente rarito anda con qué director de cuenta del mismo bando.
¿Te imaginas cómo va a terminar la famosa comida anual?... Ya es mañana... ¡Qué bueno que yo no voy a ir!

16 de octubre de 1984
Querido diario:
¡Te lo dije!
Según me cuentan, la comida comenzó bien, todos ecuánimes, animados, alegres, pero cuando el alcohol comenzó a hacer de las suyas, la cosa se puso fea; uno de los bocetistas (el que se peina a la Elvis y que sólo se abrocha el botón ombliguero de las camisas que usa), ya con media botella de tequila adentro, llegó hasta la mesa del señor Velázquez, y le reclamó que la empresa no le pagara horas extras a sus empleados, ya que éstos cuando menos laboran dos turnos diarios... (si lo sabré yo). El señor Velázquez le dijo que era política de la empresa no pagar horas extras, y que ni él ni el director general (el griego) tampoco cobraban un centavo por horas extras. ‘Sí, pero cualquiera de ustedes gana más que todos nosotros juntos’, dicen que le dijo el Elvis.
En otra de las mesas, dos ejecutivas junior por poco y se agarran a guamazo limpio cuando alguien les fue con el chisme de que el director creativo del piso rojo anda saliendo con las dos.

2 de noviembre de 1984
Querido diario:
Día de muertos.
Me tocó guardia, ya sabes. Ni hablar; me hubiera gustado ir a ver a mi jefe a Jardines del Recuerdo, pero la chamba es la chamba; ya iremos la jefa y yo a llevarle sus flores el sábado entrante, o el domingo. A mí me gusta porque puedo trabajar más a gusto y más rápido; hoy, por ejemplo, aún no dan las ocho de la noche y ya terminé. Estoy esperando que me hable el señor Velázquez para que me diga que ya me puedo ir, o como dice él, ‘para que me pueda yo retirar’ (aunque con mi sueldo no se podría retirar ni una hormiga a dieta). Fue un chiste, querido diario, pero veo que no te hizo gracia.
Por cierto, anoche fue la entrega de premios a lo mejorcito de la publicidad. Me enteré que uno de mis comerciales de televisión se ganó un Citlali. Claro, el premio se lo entregaron al director creativo del tercer piso, el que casi nunca viene, pero no me importa. ¿No les dará pena abanicarse con sombrero ajeno?

20 de noviembre de 1984
Querido diario:
Día de la revolución. No se trabajó hoy. Corrección; casi nadie trabajó hoy, sólo los policías de la entrada y aquí tu servilleta Lis.

7 de diciembre de 1984
Querido diario:
Llegó mi nueva ‘evaluación’ y aún no lo puedo creer.
8% de aumento; me sentí como los marinos norteamericanos en Pearl Harbor, un día como hoy pero en 1941.
¿No será una burla?
Me enteré que al director, a su secretaria y al señor Velázquez sí les tocó del 100%.
Y yo me pregunto:
¿Qué hay que hacer para aspirar ya no digamos al 100%, sino al 15, 18, 20% de aumento?... el 8% es como una broma de mal gusto.
¡¡¡¿Qué hay que hacer, por Dios santo?!!!
... ¿Quién califica la labor del personal? ¿El hombre invisible? ¿Un ciego? ¿Un idiota?
¡¡¡¿Quién?!!!
¡Carajo!... Llego antes de las siete de la mañana y me voy no antes de la una y media de la mañana... 18 horas de trabajo, mínimo, y dos turnos completos suman nomás 16: tú dirás. Además, me traen en friega todo el santo día; que tortas; que limpia; que trapea; que escríbete dos o tres spots de radio; que a ver qué se te ocurre para el lanzamiento de los panes acolchonaditos; que sacude los escritorios; que hazte unos storyboards para antes de las cinco; que lánzate por unos cigarros a la tiendita.

15 de diciembre de 1984
Querido diario:
No paro, en verdad. Ahora hasta la secretaria del griego me manda a pagar su teléfono. La semana pasada subí a darle su recibo de ‘pagado’... y no estaba en su lugar.
Subí en la tarde y tampoco estaba. Y entonces oí algo raro; creo que el sistema de ventilación de la oficina del director general (el griego, ya sabes) no funciona, porque clarito se oía como si él y Gaby se estuvieran como ahogando, porque respiraban muy raro.  Les toqué la puerta y se hizo el silencio absoluto. Les pregunté si estaban bien pero no me contestaron. A lo mejor no me oyeron. A ver si luego se lo arreglo.

18 de diciembre de 1984
Querido diario:
Casi todos se fueron ya de vacaciones.
La agencia cierra hoy sus actividades del año.
Yo pensaba irme unos días a Cuernavaca, pero me llamó el señor Velázquez y me dijo que me tocaba hacer guardia desde hoy... hasta el 2 de enero, pero que éstos días podía yo entrar a las nueve de la mañana y retirarme a las 12 de la noche, ‘porque nadie en su sano juicio va a llamar a una agencia de publicidad después de las doce de la noche’.
Él se moría de risa cuando lo dijo, pero a mí no me hizo la menor gracia, para serte franco.

24 de diciembre de 1984
Querido diario:
Estoy solo en la agencia. Hasta los policías se tomaron unos días de descanso. Yo hago lo de todos los días... limpiar.
A eso de las siete de la noche me llamó el director general. Estaba como en un yate porque pude oír el mar, las gaviotas y el choque como de copas. Se escuchaba bastante alegrón (al igual que Gaby, que no paraba de reír, cerca de él), y aunque se le barría la voz, me deseó una muy Feliz Navidad y que por favor cuidada de la agencia porque, en cierta forma, también era mi agencia. Me recordó lo de los elegidos. ‘muchacho’, me dijo, ‘tú eres uno de los nuestros, que no se te olvide’.
Colgamos.
Le hablé a la jefa para contarle que el director general me había hablado a mí... ¡A mí! Uy, la jefa se puso bien contenta. – ‘Qué bueno m’ijo’  –, me dijo con su voz toda emocionada  –, ‘¿Ya ves como sí te toman en cuenta?’.
Le pedí a la jefa que se acostara, que mañana temprano podíamos desayunar juntos, darnos el abrazo e intercambiar nuestros regalitos (yo le compre un vestidito y no sé por qué presiento que ella me va a regalar unos zapatos) antes de que yo me viniera para la agencia. Nos deseamos una muy Feliz Navidad y volvió a llorar. ¡Ah!, cómo le llegan a uno las lágrimas de la madre. Cuando colgué con ella me vino un sentimiento muy intenso, y por más que trataba de pensar en otra cosa, no paré de llorar. Imagínate la escena... yo, solo, en la penumbra de la agencia... llorando como niño chiquito ¿Una hora? ¿Dos?

25 de diciembre de 1984
Querido diario:
¡Feliz Navidad!, querido diario.
Aquí me tienes, en la agencia, de guardia.
Hoy vengo muy contento porque, como te dije, la jefa me regaló unos zapatos y un suéter; se va a ir al Cielo con todo y su vestido nuevo (que por cierto le encantó).

30 de diciembre de 1984
Querido diario:
No se ha ofrecido nada. No ha llamado nadie.
No creas, estas soledades lo ponen a uno a pensar.
En cuanto termino el aseo, me meto a uno de los cubículos y me dedico a meditar acerca de mi vida, de mi presente, de mi futuro. Me surgen de pronto infinidad de preguntas:
¿No será que en realidad soy un ‘elegido’ pero mi ceguera cultural me impide verlo y comprenderlo? ¿No será que estas gentes están esperando más, mucho más de mí, y que yo los estoy decepcionando y por eso me llegan las ‘evaluaciones’ que me llegan? ¿No será que mi concepto de ‘rendimiento en el trabajo’ no es ni el 8% del de ellos? ¿No será que me estoy confiando demasiado? ¿No será que me están dando una tercera oportunidad, la última, para que yo les demuestre mis capacidades?
Ojalá y así sea.
Por lo pronto, entre mis propósitos de año nuevo, está el de llegar a la agencia más temprano, el de trabajar más duro, y el de salir más tarde; voy a preguntar si puedo venir los sábados y si se puede, hasta un rato los domingos.


IV

Si usted es jefe, de esos que suelen comer en restaurantes caros todos los días, o casi todos los días, recuerde que puede darse el lujo de hacerlo gracias a ellos, a los ‘chícharos’, los que, por andar partiéndose el lomo y el alma, casi no tienen tiempo para comer, y cuando comen, lo hacen en forma inadecuada.
Por ello, la próxima vez que usted vaya a un restaurante de postín, agradézcaselos en silencio, y dedíqueles un pensamiento, o ríndales un tributo, no sé, pidiendo una crema de chícharo, o unos chícharos dulces, o un arroz con chícharo, o una ensalada de chícharo, o un filete en salsa de chícharo, o mejor aún; haga algo por ellos... se me ocurre... pagándoles un sueldo digno, ya no digamos justo, por ejemplo.

   
 “Diario de un chícharo feliz”

     Dedicado a todos esos héroes anónimos.

Ignacio E. Jaime Priego
Agosto de 1985

Grasa, joven

Por un lado, los políticos mexicanos nos siguen llevando al baile una vez concluidas las campañas, los debates, las elecciones y el conteo de votos. Durante ese tiempo, hasta nos hablan de usted, y nos sonríen a cámara, y nos recuerdan que nosotros somos los mandamases del país, que ellos son tan sólo los escuchas de los problemas sociales más apremiantes y que pronto habrán de convertirse en los adalides que los habrán de solucionar.
Por el otro, y quizá debido a lo mismo, cada día son más y más los mexicanos que, en pleno 2011, y sin albergar  esperanzas de conseguir ese tan prometido pero jamás cumplido empleo, chamba o actividad que les dé acceso a una vida digna a él y a su familia, cruzan el río Bravo o la frontera norte en busca del sueño americano, saltándose la bardota fronteriza, evitando con ello el volver a escuchar a un diputado, o a un senador, o aun alcalde, o a un gobernador.
De continuar la tendencia emigratoria (dije tendencia, no tenencia, que de seguro sí va a continuar), pronto va haber más mexicanos de aquel lado que de éste, por lo que algunos norteamericanos, al verse desplazados laboralmente, tomarán cartas en el asunto y se vendrán para acá, en busca de la pesadilla latinoamericana, a rifársela de lancheros, o de taxistas, o te taqueros, aunque claro, son meras conjeturas.
Concluyendo: por un lado, nos llevan al baile, y por el otro, los que se van extrañan su música.
Baile y música.
Hay que apoyar a nuestros mojados, aunque sea moralmente.
Y qué mejor que hacerles llegar su música, esas melodías que tanto escuchan y que en su momento escucharon sus abuelos, sus padres y que pronto habrán de escuchar sus hijos y sus nietos.
Es por ello que está por salir a la venta, tanto en México como en los Estados Unidos, una antología con lo mejor del bolero romántico y del bolero ranchero mexicano, para que nuestros compatriotas en desgracia carguen pilas cuando la nostalgia los invada alguna tarde lluviosa, alguna noche rumorosa, alguna madrugada vaporosa, o cuando deban enfrentar algún tornado o huracán categoría 5.
Se trata del Songero of the  Romantic & Rancher Bolero, es decir, el Cancionero del Bolero Romántico y Ranchero.
Son varias canciones mexicanas de todos los tiempos, de esas que nos perfilan la lágrima y nos aflojan el mocasín a cualquier hora y en cualquier lugar. Todas ellas están grabadas en espochinglish (mezcla de español, pocho e inglés) con voice alikes de los cantantes mexicanos que las dieron a conocer en un glorioso pasado. Las grabaciones cumplen, además, con una doble función: recordar esas nostálgicas e inmortales melodías, y enseñarle palabras nuevas a los escuchas, por asociación de ideas, para que a los herederos de Acamapichtli no les vaya tan mal ni se les frunza el ceño a la hora de enfrentar al empleador, al mesero o a la migra, ya en suelo norteamericano.
Voces e instrumentos muy parecidos a las de Jorge Negrete, Pedro Infante, los Panchos, Guty Cárdenas, en fin, toda esa pléyade grandes artistas que le han dado brillo a la música mexicana en todos los escenarios del mundo, porque eso es justamente lo que hace un bolero romántico… le saca brillo al alma, especialmente en la era de la globalización.


Sin you
(sin ti)
(The Panchos)

Sin you
no podré to live jamás
y to think que never more  you will be close to me
sin you
what me puede ya to care si lo que me hace to cry
está far far away
Sin you
there’s no clemency in my pain
la esperanza de my love
te la llevas at last
sin you es inútil to live
como useless será el quererte forget

                                                         Dear watch
          (Reloj)
      (Cantoral)


Dear watch no marques the hours
because voy a lose my mind
ella se will go forever
cuando el daylight breaks again

Well just nos queda this noche
para to live our love
y tu tic tac just reminds me
mi irremediable dolor

Dear watch please stop your camino
because mi vida will extinguish
she is la estrella que shines on my life
yo sin su love no soy nothing

Stop el time en tus fingers
haz esta noche forever
para que never se vaya from me
para que never is daylight


Never
(Nunca)
(Guty Cárdenas)

I know que never I will kiss tu boca
tu sweet mouth de purple encendida
yo sé que never llegaré a la crazy
y full of passion fountain de tu vida
I know que inútilmente I venerate you
que inútilmente my sad heart evoques you

Pero in spite of all I really love you
pero in spite of all I really adore you
aunque never to kiss I can tu boca
aunque never to kiss I can tu boca

Little lantern
(Farolito)
(Agustín Lara)

Little lantern que hardly alumbras mi calle so lonesome
cuántas evenings you saw me llorando knocking a her front door
sin to give her más que a little song
un pedazo of my heart and soul
sin to offer más nothing que un beso
impetuous, uneasy, bitter and dulzón


                                      Ouch, Jalisco don´t you rajes
    (Ay, Jalisco… no te rajes).
                                           (Esperón y Cortázar)
Ouch Jalisco, Jalisco, Jalisco
Tú tienes your girlfriend, is Guadalajara
A pretty muchacha, the pearl that´s most rara
de todo Jalisco is my Guadalajara
y me gusta to hear the mariachis
cantar con my heart esas pretty canciones
to hear cómo suenan those big guitarrones and share a tequila
with los valentones
Ouch, Jalisco don’t you rajes
me sale del body to scream with calor
open my chest wider pa echar this true grito
¡Qué pretty es Jalisco, my word of honor!

Para women, Jalisco primero
the same en los altos que down by the canyon
beautiful mujeres rechulas de cara
así son las females de Guadalajara
In Jalisco you love a la buena
´cause is very dangeorus to love a la mala
For a brunette lady echar plenty of bala
then under the moon you can sing in Chapala

Ouch, Jalisco don’t you rajes
me sale del body to scream with calor
open my chest wider pa echar this true grito
¡Qué pretty es Jalisco, my word of honor!

Little lovin´corazón
(Amorcito corazón)
(Esperón y Cortázar)

Little lovin´ corazón, I have this tentación de un long kiss
que se burns en el calor de nuestro great great love, my love
it has to be,  just you and me, now and forever
te quiero watch en el querer to dream along
En la sweetest sensación de un wet kiss mordelón I’d love to
Little lovin´ corazón, confess you my pasión for you
Let’s be partners en el good y el bad
Not a thousand years podrán pesar
Little lovin´ corazón, serás my love


Me go pa´l downtown
Me voy pa´l pueblo
(The Panchos)

Me go pa´l downtown, hoy es mi día
Voy a cheer up toda el alma mía
Me go pa´l downtown, hoy es mi día
Voy a cheer up toda el alma mía
So much como I keep working, but never I can irme al vacilón
So what´s the matter con esta guajira
She doesn´t like el huateque y el ron
this very moment la voy a dejar en su log cabin asando some corn
me go pa´l downtown to drink a galón
and when I come back there’s no more carbón

Me go pa´l downtown, hoy es mi día
Voy a cheer up toda el alma mía
Me go pa´l downtown, hoy es mi día
Voy a cheer up toda el alma mía

Desde el day que nos got married till this very day trabajando estoy
quiero que sepas that I´m not dispuesto
a enterrarme alive en un rincón
es pretty el country OK ya lo sé
pero pa´l downtown voy echando un foot
si tú no vienes is better this way
pues I don´t know lo que will be de mí

Me go pa´l downtown, hoy es mi día
Voy a cheer up toda el alma mía
Me go pa´l downtown, hoy es mi día
Voy a cheer up toda el alma mía


Pretty cielito
Cielito lindo
(Quirino Mendoza y Cortés)

De la deep dark skin mountain, pretty cielito I see bajando
a pair of black ojitos pretty cielito, of contrabando
Ay, ay, ay, ay, sing, and stop crying,
because just singing se alegran pretty cielito hearts that are dying
Ese cute mole que tienes pretty cielito near a tu boca
No se lo des to no one pretty cielito que a  mí me toca
Ay, ay, ay, ay, sing, and stop crying,
because just singing se alegran pretty cielito hearts that are dying
When a bird abandona pretty cielito his first nidito
si lo finds ocupado, pretty cielito es merecidito
Ay, ay, ay, ay, sing, and stop crying,
because just singing se alegran pretty cielito hearts that are dying
Ay, ay, ay, ay, sing, and stop crying,
because just singing se alegran pretty cielito hearts that are dying
De tu house a la mía,
pretty cielito, no hay más de un meter
ahora que estamos lonely,
pretty cielito, turn on the heater
Ay, ay, ay, ay, sing, and stop crying,
because just singing se alegran pretty cielito hearts that are dying


Swear to me
(Júrame)
María Grever
Todos dicen que is not true que yo te love you
porque never me habían look enamorado
Yo te juro que myself I don´t comprendo
El just why your mirar me ha fascinated
When estoy real close to you I’m so contento
and I wish that que de no one te acordaras
I am jelous hasta del pensamiento
que pueda to remind you a otra beloved person
Swear to me que aunque pasen many minutes,
No olvidarás the great moment en que you and I first met
Look at me que there’s nothing más profundo
Ni más big in all the whole world que el cariño que te di
Kiss me then, con un kiss enamorado
como no one ever kissed me since el día en que I was born
Love me dear, quiéreme until la locuuuuuuuura
This way you´ll taste the amargura that I feel because of you
Love me dear, quiéreme until la locuuuuuuuura
This way you´ll taste the amargura that I feel because of you

I’ll be cream huatesca
Serenata huasteca
(José Alfredo Jiménez)

Canto al foot de tu front window
Pa’ que sepas que I te love you
Tú a mí no me quieres nothing
Pero I por you am dying
They say que ando muy errado
que I should wake up de mi daydream
Pero they all got it wrongly
porque yo he de ser tu owner
What shall I do si de veras I love you
ya te adoré so forget you no puedo
what shall I do si de veras I love you
ya te adoré so forget you no puedo
Dicen que para to get you
Necesito lots of money
that I must bajar del heaven
all the bright stars y la luna
I won´t bajaré la luna
nor the shinny stars tampoco
y aunque I don´t  have much money
you will love me poco a poco
What shall I do si de veras I love you
ya te adoré so forget you no puedo
what shall I do si de veras I love you
ya te adoré so forget you no puedo
I know there’s plenty of chamacas
y que lots of girls could love me
pero none of them me importa
sólo pienso en ti, my darling
this old heart te ha escogido
y llorar don´t want to verlo
ya el poor guy mucho ha sufrido
so you tienes que quererlo
What shall I do si de veras I love you
ya te adoré so forget you no puedo
what shall I do si de veras I love you
ya te adoré so forget you no puedo


Grasa, joven

Para el bolero romántico y para nuestros aguerridos espaldas mojadas, invisibles todos ellos frente a los ojos de nuestras autoridades competentes
(eso de competentes es un decir).
Ignacio E. Jaime Priego
Julio de 2001