miércoles, 5 de octubre de 2011

Los primos de los primates

Deberíamos de dar otro paso gigantesco para el hombre y por ende, para la humanidad, parafraseando con cierto corte campestre pespunteado al astronauta Armstrong, a 40 años de su tan histórico momento (2009).
Para ello, formalmente propongo que, a partir de ya,  los choferes de Metrobuses, Combis, Peseras, Ballenas, Microbuses, Turibuses, Buses, Chimecos y Macrobuses de la ciudad de México y zonas aledañas, se bañen, se rasuren (salvo los lampiños, los más), se cambien de uniforme al menos una vez a la semana, y lo más importante, que se comporten como si fueran seres humanos, o como si estuvieran interesados en serlo, al menos en horas laborales, como si tuvieran un gramo de educación, de cortesía, como si tuvieran el material cerebral requerido para comprender que el atropellar a un congénere le rompe la vida no nada más al congénere, sino también a los familiares y allegados sobrevivientes del congénere, es decir, nos urge hacerles ver la diferencia entre acarrear reses y transportar pasajeros.
   ¿Se imaginan ustedes a un chofer de esos haciéndole la parada a uno en la zona marcada y designada para tal efecto, arrancando sólo hasta que uno ya ha abordado la unidad del todo?
   ¿Que le dijera "buenos días" al pagar, y sin que a uno no le llegara un tufo a ron barato, o a tepache rancio?
   ¿Le cabe a usted en la mente que le cobraran a uno la cantidad autorizada por las autoridades (?) competentes (?), y que además los choferes trajeran el cambio justo, y que se lo dieran a uno amablemente, sin poner jeta de titular crudo de la policía?
   ¿No sería divino que uno ya no tuviera que aguantar las cintas de Enrique Iglesias, o de Paulina Rubio durante todo el trayecto, sin tener que escuchar además y de pilón la desafinada y rasposa voz del canchanchán tratando de hacerle la segunda a Chente?
   ¿Y que ya no jugaran carreritas entre ellos y luego entonces ya no embarraran a cuanto mortal osara cruzar por su mira telescópica, a pie, o a bordo de patrullas y ambulancias?
   ¿No sería increíble que les prohibieran rebasar incluso a los autos de fórmula uno?
   ¿No sería un sueño que ya no se pasaran los altos, para ya no poner en peligro la vida del pasajero y del peatón como hasta hoy por lo mañana, sin tener que darse a la fuga inmediatamente después del encontronazo vial o del planchón esquinero, sabiendo que los de su sindicato lo van a proteger?
   ¿Podríamos ver combis y unidades relucientes, como espejitos de limpios, dotados con asientos sin navajazos, sin frases soeces ni demás expresiones artísticas, grabadas a punta de cuchillo, con llantas si no nuevas, al menos no más lisas que perfil de anoréxica?  
        ¿Cómo se sentirá bajarse de la unidad con la unidad total y completamente detenida, sin tener que hacerla de Birdman (nosotros) y de Wonder Woman (ellas), en el carril de alta de las grandes avenidas, ejes  y segundos pisos?
        ¿Sería posible que uno pudiera apearse en la esquina deseada y no en la que se le antojara al chofer, o a medio crucero?
¿Qué se sentirá escucharles decir frases como… 

– Buenos días, señores pasajeros…
– Les suplico que se recorran hacia la parte posterior de ésta, su también unidad…
– ¡Cuidado, que voy a frenar! …
–¿No les importa si cargamos gasolina?...
– Por favor, desciendan de la unidad hasta que ésta esté totalmente inmóvil; es por su propia seguridad; no dije parada para evitar suspicacias…
– ¿No desvío a nadie si tomo la lateral?...
–Estoy para servirlos…
– Muchas gracias por viajar conmigo, fue un placer el haberlos conducido a sus destinos…
– Señor, métase bien la cartera, la seguridad ante todo, ¿Me haría ese favor?...
  
        Ojalá y alguna autoridad (?) competente (?) me escuchara. No sé. Un diputado, un senador, un funcionario del D.D.F., algún oficial mayor de alguna dependencia conectada directa o indirectamente con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, o con las que controlan y manejan el transporte público.
        Personalmente creo que es un proyecto viable. Tengo fe, esperanza y caridad de que podría ser una realidad a corto plazo.
   ¿Por qué me atrevo a asegurarlo?
   Anoche tuve la gran oportunidad de ver un espectáculo circense rumano, y me dije a mí mismo:
        – ‘Mí mismo, si los simios, micos, titís, mandriles, chimpancés y gorilas del Circo de Rumania pudieron lograrlo, es decir, si alguien pudo domarlos, domesticarlos y ponerlos a ganarse sus cotidianos plátanos en forma decente y civilizada, no veo ningún impedimento, ningún obstáculo, ninguna barrera que impida que alguien logre domar y domesticar a la gama de herederos de King Kong, de Chita, de Maguila Gorila y demás especímenes primates que tenemos aquí en México y que gustan de hacer sus monadas detrás de un volante del transporte público’. 
        ¿A poco no sería nuestro más notable, plausible y envidiable  avance biológico-social ?

        Y esquina bajan.

                                   
                                   Los primos de los primates

Con mi agradecimiento eterno
a los domadores que podrían hacer posible
el tan esperado numerito.

Ignacio E. Jaime Priego.
Julio de 1993/Octubre de 1997.

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