miércoles, 7 de diciembre de 2011

Tic tac

                                                      I

Qué es el tiempo.
¿Acaso un interminable desfile de segundos?
¿Un suspiro sideral?
¿Una carretera cósmica que no llega a ningún lado?
¿Una reverberación galáctica?
¿Un vacío eterno?
¿El espacio entre dos pensamientos?

… Nadie lo sabe.

Lo curioso del caso es que, aun ignorando el significado del concepto, todos los hombres, de todas las épocas, de todas las religiones, de todas las razas, credos, y esferas sociales… han dedicado gran parte de su valioso tiempo a tratar de ponerle el cascabel al gato, es decir, a resolver el enigma, a despejar la incógnita.
Mucho me temo que ése ha sido un tiempo perdido, ya que  el tiempo continúa siendo un misterio insondable.
¿De dónde viene el tiempo?
¿De qué está hecho?
¿Hacia dónde va?
¿Va y viene?
¿Se puede viajar en él, por él, con él, a través de él?
¿Es un ciclo?
¿Hay más de un tiempo?

… En lo dicho: nadie lo sabe.

El hombre cree saberlo (de hecho cree saberlo todo), pero en la brecha que hay entre el creer y el saber cabría el universo entero.
Pero así somos, qué le vamos a hacer.
En siglos pasados, incluso, decidimos seccionar el tiempo.
Así dividimos los milenios en siglos, los siglos en décadas, las décadas en años, los años en meses, los meses en días, los días en horas, las horas en minutos, los minutos en segundos, y los segundos en décimas, centésimas y milésimas de segundo (y pronto habrá millonésimas, billonésimas y trillonésimas de segundo, más los términos cronológicos que se vayan acumulando con el paso del tiempo).
Y así, un buen día, el hombre inventó dos de sus mejores aliados en eso del registro del paso del tiempo: el calendario y el reloj (los cuales sólo le sirven para saber qué día, y con cuánto tiempo de retraso llegó uno a la oficina, a la hora de registrar la hora de entrada en nuestra tarjetita personal).
Los calendarios no han cambiado mucho, la mera verdad; antes eran de piedra, y hoy son de papel, con los grabados y las fotografías de las 12 cavernícolas y conejitas más famosas del momento, una por mes, respectivamente. ¡Ah!, ¡qué tiempos aquellos, señor don Simón!
El reloj, en cambio, ha tenido un poco más de acción, digamos.
Los hay de piedra; de luz; de sombra; de arena; de viento; de agua; solares; lunares; de pared; de bolsillo; de buró; de pulso; clásicos; de Mickey; con música, y sin música; con manecillas y sin ellas. Pronto los habrá virtuales, silenciosos, sin manecillas ni numeritos, ni cuerda, ni nada. Tiempo al tiempo.

El tiempo también conoce de modas.

Los primeros relojes de precisión tenían maquinarias muy complicadas, pesadas y sonoras (ahí sigue dando la hora, hora tras hora, el flemático Big Ben).
En cambio, los sorprendentes modelos del siglo XXI, son tan pequeños, luminosos, precisos y silenciosos, que parecen tener vida virtual, vida digital, vida propia.
Tic tac.
La lucha sigue; nosotros tratando de domar al tiempo y él, impávido, se ríe de nosotros para luego seguir su curso, sin detenerse ante nada, ante nadie.

Hoy en día podemos afirmar que hay una gran variedad de tiempos (a ver si me da tiempo de mencionarlos todos y cada uno de ellos).
Tic tac. Tic tac.


II

Cuando los niños orientales nacen, sus padres y abuelos les tienen unas palabras de bienvenida y de aliento:
– ‘Ojalá y te toquen tiempos emocionantes’.
Acá en México, por tiempos emocionantes no paramos; cuando no hace erupción un  volcán, se descubre un mega fraude, o una hiper transa, o un súper asunto, o la ausencia de un candidato presidencial al debate, o las grabaciones de algún gobernador en funciones.
De hecho, acá en México, los tiempos emocionantes comienzan desde temprana edad.
– ‘Niños – nos dicen los maestros y las maestras de gramática – vamos irnos acostumbrando a manejar tres tiempos básicos: pasado, presente y futuro’.
Y cómo olvidar aquéllos exámenes finales en la secundaria, o en la preparatoria, cuando el sádico profesor de etimologías grecolatinas nos miraba como con lástima, nos repartía las hojitas, y, tras dedicarnos una sonrisa diabólica – al tiempo que echaba a andar el cronómetro que le regalamos sus alumnos el pasado día del maestro – nos decía (imitando a los conductores y anfitriones de los programas culturales y de concurso):
– ¡Coooooooorre tiempo!

Tic tac. Tic tac.

O cómo pasar por alto aquellas tan lejanas representaciones escolares, cuando el profesor de música nos decía, entre desilusionado y amenazante:
– A ver si ahora sí los de las flautitas se fijan y entran a tiempo en el segundo movimiento del concierto para flauta de Mozart, porque el año pasado, ¡Ah… qué vergüenza me hicieron pasar frente al inspector de la SEP!


III

Veamos ahora la historia de Miriam y de Guty, pareja de pichones que coincidieron en el espacio y obvio, en el tiempo, en una de esas colonias en donde parece que el tiempo, o no pasó por ahí, o se detuvo ahí:
Tic tac. Tic tac.

La mamá de Miriam (preventiva):
– Hija, tu padre y yo creemos que estás perdiendo tu tiempo vilmente con el vago ése de esquina de nombre Guty.

Miriam (decidida):
– Los que pierden su tiempo son ustedes… amo a mi Guty, Gutylingo como le digo yo. Sepan que lo amo más que a mi propia vida.

El papá de Guty (desesperado):
– Guty, hijo, como que ya va siendo hora, verdad, como que ya es tiempo de que sientes cabeza, aunque sea con esa golfita de enfrente… Miriam creo que se llama.

Guty (no muy convencido):
– Miriam, pues tú y yo ya llevamos andando el tiempo suficiente como para…

Miriam (dizque sorpendida):
– Dame tiempo, Guty, para pensarlo bien.

Guty (como aliviado):
– Tómate, mi reina, todo el tiempo que gustes y mandes.

El médico familiar (anonadado):
– Miriam, estas cosas suceden de tiempo en tiempo… estás embarazada.

… Y tiempo después:
Tic tac. Tic tac…
Miriam (arrejuntada, plena y ya plana):
– Gutylingo, cómo pasa el tiempo; quién iba a pensarlo: 10 años de casados.

Guty (arrepentido, de plano):
– Ni me lo recuerdes, mejor pásame la franelita para las piernas, ya ves cómo se me enfrían con este tiempo.

Después, él y ella se separarán y ambos tratarán de recuperar el tiempo perdido.
Desgraciadamente, y por no haberse atendido esa tos a tiempo, el tiempo lo archivará a él antes de tiempo… y a otra cosa.
Tic tac. Tic tac.

                                                   IV

¿Hay más de un tiempo?
… Parece ser que sí.

Por su naturaleza, ciertas actividades que realiza el hombre requieren de más de un tiempo para funcionar como relojito suizo: el fútbol soccer, por ejemplo.
Éste maneja más de tres tiempos: un primer tiempos de 45 minutos; un medio tiempo de 15 minutos, y un segundo tiempo de otros 45 minutos (más el tiempo de compensación que juzgue prudente agregar el árbitro en el segundo tiempo, y los tiempos extra en el caso de algunos juegos empatados).

–¡Vamos por el empate, muchachos, aunque tengamos el tiempo encima! – grita el entrenador de los Moscones de Zumpango, que van perdiendo por 5 a 1 contra los Chicharrines de Tejupilco, en el minuto 44 del segundo tiempo.
Tic tac. Tic tac.

El tiempo es versátil:

El fútbol americano es un poco más complejo, ya que maneja cuatro tiempos de 15 minutos, que en realidad son como de 18 o de 20, ya que cada equipo dispone, además de esos cuatro tiempos, de tres tiempos fuera (yo sé que es complicado, pero desgraciadamente no hay tiempo para explicárselos con mayor detalle).
Tic tac. Tic tac.

Para algunos deportistas, el tiempo es un alivio:

– ¡Tiempo! – le grita orgulloso el billarista que acaba de hacer la carambola número cincuenta, al coime del lugar; el jugador perdedor echa mano de su cartera para pagar el tiempo y la apuesta.
Tic tac. Tic tac.




El tiempo es flexible:

En cada nueva justa deportiva, todos los atletas de pista y campo tratan de acortar los tiempos mundial y olímpico.
Tic tac. Tic tac.

O inflexible, incluso:

Los modernos jugadores de ajedrez juegan, simultánea y respectivamente, contra su oponente y contra el tiempo, al oprimir el segundero del relojito marcador cada vez que realizan una jugada.
Tic tac. Tic tac.

El tiempo es caprichoso:

Hay ciertos personajes (músicos, poetas, locos e inventores, básicamente) que simplemente se adelantaron a su tiempo.
Tic tac. Tic tac.

 
V

El tiempo tiene muchos rostros:

– ¡Uyyy!, qué feo está el tiempo – decimos cuando despertamos y nos enfrentamos a un lunes gris y lluvioso (y todo por culpa del mal tiempo en las costas).
O… ¡Vámonos de día de campo que el tiempo amaneció precioso!

El tiempo es romántico:

Las mujeres sueñan despiertas cuando escuchan al académico de moda cantando el hit del momento, en la radio: ‘Tiempo de vals’, por ejemplo.

El tiempo es víctima:

A veces lo matamos, fumándonos un cigarrito, o leyendo una revista Selecciones de enero de 1959, mientas hacemos antesala en el dentista (al que después de tres horas de espera, también queremos matar, por disponer de nuestro tiempo tan alevosamente).

Y verdugo (en especial en boca del mecánico, o del doctor):

– Híjole mi chavo, su carro anda fuera de tiempo, déjemelo un tiempecito y aquí ‘miguelito’ se lo pone a tiempo.

– Si sigue usted comiendo así, no le doy mucho tiempo de vida.
Tic tac. Tic tac.

El tiempo es escurridizo (entre los abogados):

– Perdóneme mi estimado señor Arriola que no haya visto su asunto, pero es que no he tenido tiempo, pero usted no se me preocupe que todavía estamos muy a tiempo para meter su amparo.
Tic tac. Tic tac.



El tiempo es democrático:

– ‘El nombre de nuestro candidato a la grande, elegido por las bases del partido, se sabrá a su debido tiempo; no queremos adelantar los tiempos; preferimos respetar estos tiempos de concordia social y coherencia política’.

Y es juguetón:

– Llegó el horario de verano, así que adelanten su reloj una hora.
Y unos meses después…
– Qué creen, ya regresó el horario de invierno, por lo tanto, ahora retrasen su reloj una hora, o adelántenla, ya me hice bolas, la mera verdad.
Tic tac. Tic tac.

Incluso, los hay que se creen (o se creían) dueños de los tiempos: ‘Mis tiempos’, se llama uno de los libros de uno de nuestros ex – presidentes (al que el tiempo no respetó y ahora ya no pertenece al Pri sino al Rip.

El tiempo es generoso:
Hay quienes aseguramos que Paul McCartney es el mejor bajista zurdo y el mejor cantante pop… de todos los tiempos.
Tic tac. Tic tac.



                                                       VI

El tiempo es sabroso:

Las cantinas de abolengo nos anuncian botanas de cuatro o más tiempos (que debemos de devorar en poco tiempo porque hoy en día las empresas dan muy poco tiempo para salir a comer).
Tic tac. Tic tac.

El tiempo es contrastante:

De ahí que haya tiempo de aguas y de sequías; tiempo para sembrar, y tiempo para cosechar; tiempo para meditar, tiempo para actuar, tiempo para reflexionar; tiempo para escuchar y tiempo para hablar, o como dicen los chinos: ‘Hay un tiempo para ir de pesca y otro para secar las redes’.
En pocas palabras: hay un tiempo para nacer, otro para crecer, uno más para reproducirse y uno último para morir.

El tiempo es polémico:

Hay quienes afirman que la frase ‘el tiempo es dinero’, es de Francis Bacon; otros más se la endosan a Benjamín Franklin… ¡A saber! (cosa que tiene sin cuidado a los sicólogos y siquiatras: sea de Bacon o de Franklin, aquéllos siguen cobrando por hora).
Tic tac. Tic tac.


                                                       VII

El tiempo es insolente.

Cuando ya no haya ningún ser vivo sobre la Tierra, el tiempo seguirá recorriendo los viejos senderos de polvo.
¿Por qué?
Porque el tiempo es frío, indiferente e insensible.
El tiempo no podría llorar al contemplar a un niño dando sus primeros pasos.
El tiempo jamás vibraría de emoción al escuchar un hermoso poema de amor.
El tiempo no temblaría de gusto al acariciar una piel suave, o al probar un delicioso manjar, o al aspirar los frescos aromas que despiden las enamoradas, las flores y las tierras recién llovidas.
El tiempo dura, aunque no sienta nada; el hombre siente, aunque no dure mucho.
¿Qué es mejor?
El tiempo lo dirá.

Una última reflexión (muy a tiempo, por cierto):

‘¡Ah!… ¡Qué gran mundo sería éste si todos los seres humanos lográramos sincronizar, es decir, poner a tiempo, los latidos de nuestros corazones!’

Tic tac.
Tic tac.
Tic tac.
Tic tac.

Tic tac

Dedicado al tiempo que perdemos
mientras decidimos qué hacer con él.

Ignacio Ernesto Jaime Priego.
Noviembre 1º del 2002

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